A comienzos de los años sesenta, las agujas de tejer, fueron desplazadas por unas máquinas extrañas y ruidosas, que poco a poco, se incorporaron en el quehacer femenino. Fueron, para ese entonces, las “modernísimas” máquinas de tejer.
Dos marcas lideraron el mercado: Kinittax y Wanora. A partir de la aparición de estas avanzadas máquinas, el tejido artesanal, cayó en desuso.
La publicidad de la máquina de tejer Knittax, mostraba un saco realizado con unos dibujos asombrosos, hecho con “punto fantasía” y la frase del aviso rezaba: “para tejer así, se necesita toda una vida…o Knittax”
Las máquinas de tejer posibilitaron una confección mucho más ágil, y rápida, aunque un poco mas ruidosa que las viejas y queridas, agujas de tejer.
Más tarde llegó la Lady Tricot Memorama , que a diferencia de las anteriores, tenía unas tarjetas perforadas, para realizar diseños en forma automática.
Pero, a pesar del avance, estas máquinas resultaron una complicación a la hora de tejer. Agujas que se trababan, el carro, que sostenía en su parte superior, un adminículo para el ovillo de la lana, era pesado y no siempre se deslizaba, con suavidad, lo que imponía a la tejedora un esfuerzo agotador.
Finalmente, las amas de casa, regresaron a sus hábitos manuales, y las agujas de tejer, volvieron a ocupar nuevamente, un espacio propio en los hogares.
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